INTRODUCIENTO
La poesía habita entre nosotros y se manifiesta casi sin darnos cuenta, sin pedir permiso; soy de pensar que el espíritu que nos habita nos habla a través de ella. El poeta entonces es un ser espiritual, con la capacidad de conversar consigo mismo y con el ego lo suficientemente sano para exteriorizar sus diálogos más primitivos.
En mi opinión ha errado quien cree que la poesía es cosa de cultos, intelectuales o letrados; es por el contrario un impulso, una fuerza que puja y empuja buscando florecer, es espíritu, energía, fuego divino que mana de hombres y mujeres.
Todos vivimos con la poesía, ella nos habita en la palabra del espíritu. Si la cultivas se desborda, queda regada por el mundo, por los mundos, en sus diferentes planos existenciales, es cosa del poeta ir en su búsqueda, acudir en su rescate.
Aquí está entonces la palabra de mi espíritu, su poesía.
LA POESIA RESCATADA.
NOSOTROS
Sí, nosotros,
somos los del grito mudo
vagabundos de los sueños,
soldados de cara al desastre
mortales de herida abierta,
jinetes en caballos de madera
alcaldes de un pueblo fantasma.
Somos los del grito mudo
que canta fuerte
y se oye duro.
La canción es valiente
cuando se sale del pecho
al son del corazón,
y un seis por ocho.
Los vagabundos de los sueños
apuntando a la esperanza
viendo si algún día esta florece.
Rezando al suelo y a la puerta
a la mesa y a la estera,
conjurando un milagro
de golpe, hierro y candela.
Soldados de cara al desastre
agrupados en el último regimiento
héroes de vanguardia y retaguardia.
Guerreros del sol con armas de fuego
amantes del hierro y la miel
conjugando los verbos
de mis letras en la piel.
Mortales de herida abierta
no quiero doctores, ni curanderos
déjame morir tranquilo.
Recuéstame en la mecedora
disfruto del vaivén
de estas últimas horas,
me matan y me devuelven.
Jinetes en caballos de madera
cuatro quienes cabalgan
y no son apocalípticos.
Guerreros de África mis guías
son cabeza y asentamiento
mensaje claro y buena cacería,
el Gran Hierro se apunta victorias.
Albañiles de pueblo fantasma
construyendo la gloria
sobre cimientos de la nada.
Ha de morir el hombre,
su espíritu y su idea.
Resucitará en cien años
buscando respuestas.
Sí, somos nosotros,
combate, tras combate,
herida sobre sangre
y sobre la sangre la huida.
Hemos vuelto sobre cuatro caballos
con la espada templada
y como escudo el espanto.
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